martes, 8 de diciembre de 2009

Porqué MEO



No importa que Marco Enríquez-Ominami no pase a segunda vuelta. Su sola candidatura significa en sí un cambio, una conducta (impropia) distinta y un golpe a la cátedra en la aburrida política nacional. Una bocanada de aire fresco que nos da un aire para pensar distinto; para detenernos y preguntarnos, cuestionarnos, pensar un poco en lo que se viene.

Arrate es un político avezado, ha peleado mil batallas y tiene cancha. Pero todos sabemos que está circunscrito a ese 5% fiel de comunismo en Chile, y que es muy difícil que pase esa barrera.

Piñera es el gran empresario, el genio de los negocios y el que siempre ha estado acechando en política por su oportunidad, por su ticket hacia el poder máximo del país - lo único que puede faltarle en esta vida, llena de logros y éxitos - pero que tiene un lado B tremendamente turbio, altamente comprometido y que subestima peligrosamente el papel de la cultura dentro de un país.

Frei Ruiz-Tagle es el hijo de Frei Montalva. No tiene gran dicción, ni labia, ni manejo político. Fue un correcto presidente con un correcto desempeño (dicen que el país retrocedió en su mandato, pero abramos los ojos y tomemos en cuenta los hechos: Pasamos la crisis asiática muy bien), pero es negligente, y representa todo lo que está mal en política: El continuismo, las caras de siempre, la legión de los viejos que estorban el emerger de nuevas caras, rostros capaces con nuevas ideas y mundos.

Marco no es el candidato perfecto. Su dicción es pésima, piensa mucho más rápido de lo que habla - de hecho, las palabras se le atropellan al salir- y tiene un lado frívolo que espanta. Ha hecho en el pasado desafortunadas declaraciones antipatriotas que harían espantar a los más tradicionalistas. Pero he ahí la diferencia: Marco sabe reconocer sus errores, aprende, pide disculpas. Mi gran confianza se basa en que no es perfecto, pero conozco sus defectos y él también los conoce y aprende de ellos. Eso para mí es valioso.
Como también es valioso que Marco pida humildemente mi voto, y no anuncie con prepotencia que él será presidente, como lo hace Frei.

La Concertación lo ha hecho bien por 20 años pero actualmente hace agua, colapsa bajo su propia estructura. Debe venir un cambio. Pero ese cambio no es Piñera, sino Marco. Como amante de la democracia y lo construído después del Plebiscito, quiero que mi país crezca igualitariamente para todos sus habitantes, ricos y pobres, heterosexuales y homosexuales, jóvenes y viejos. Marco es capaz de ese cambio, ese switch, ese paso adelante. El candidato que representa todo lo que la concertación ha olvidado durante su gobierno: que en política todo se construye en base a sueños, a esperanzas y a deseos. No con mecanismos rutinarios ni continuismo, ni mucho menos con compadrismo. Chile tiene que ser capaz de soñar y desear más.

Marco es ese cambio. Gane o pierda en las urnas, no puede perder. Su candidatura ya es un gran triunfo para todos nosotros los chilenos.

2 comentarios:

Mxy dijo...

Para que no se me reviente la vejiga.

(Lo siento muchísimo, no pude evitarlo.)

Polo dijo...

Si pasa a segunda vuelta votaré por él, me gustan los cambios así de radicales.