domingo, 13 de julio de 2008

Luna de Avellaneda: Una película que hay que ver.



Cuando uno ve una película como Luna de Avellaneda, ve algo más que una simple película.
Es ver una increíble sucesión de actos segudios que nos hace creer que los sudamericanos podemos hacer cine, y con una sensibilidad mucho más aguda que los gringos y su pomposo jolibud. Simplemente, haciendo películas con nuestros temas.

Así, Luna de Avellaneda tiene nuestros tópicos más cercanos: El amor a una institución de las que nosotros llamamos "causas perdidas", que es el Club Luna de Avellaneda, un club donde cada vez hay menos miembros y cada vez menos pagan la cuota. Está la familia como institución, esa que está ahí para proteger a sus miembros (Román defendiendo a su hijo a trompadas cuando lo despiden) y también para resquebrajarse ("Dejáme un minuto que te quiero hablar de mi amante"). Asímismo vemos la reconquista de un hombre para con su mujer, con los recursos mermados en los gastos de la casa (Román comprando el perfume más barato, o semillas de flores). Y es todo tan cercano, tan real.

Una película con un montón de frases célebres, para aburrirse.

Román: ¿Estás colgado al cable, vos?
Amadeo: Sí. ¿no es fantástico? 80 canales y cien años de perdón.

Alejandro: 4 a 1, 4 a 1, 4 a 1 (cantando).
Amadeo: bah, ¿todavía te acuerdas de ese partido, vos?
Alejandro: Nadie se olvida de un 4 a 1.
Amadeo: Te llevaste la pelota, hijo de puta...

Román: No sé ustedes, pero yo no tengo que recuperar mi dignidad. Estuve así de perderla. Pero aún la tengo.

Una película con soberbias actuaciones, con un guión impecable y con una cercanía tal, que da miedo. Una película de Juan José Campanella (El mismo amor, la misma lluvia) y con ese tremendo actor que es Ricardo Darín (Nueve Reinas, El Hijo de la novia, El Aura). Una película llena de personajes entrañables, morales, perdidos, reales. Cercanos. Porque si hay algo que tiene la película es el retrato de gente como usted y yo, gente imperfecta que cree, que llora, que sufre y que ríe. Y que, en el medio de todo eso, encontramos nuestra Luna de Avellaneda, esa luna cristalina y brillante, que alumbra toda nuestra oscuridad y nos hace seguir creyendo...

domingo, 6 de julio de 2008

Libertad de prensa en Chile


Esta es la primera acción de este humilde blog por alertar a la población.
El primer espolonazo de "El sueño de la razón produce monstruos".

Señores, todos ustedes, pregúntense. Piensen. ¿Qué diario leen? ¿por quién se enteran del acontecer diario nacional e internacional?

Es una pregunta de fácil respuesta, pero difícil solución. Básicamente porque, por si usted no lo sabía, los diarios en Chile pertenecen a muy pocas personas. Y, por consiguiente, leemos diariamente la perspectiva de una persona o un sector político marcadamente que se deja caer entrelíneas de lo que leemos.

En Chile existen aprox. 56 periódicos, seis de los cuales son de circulación nacional: El Mercurio, Las Últimas Noticias, La Segunda, La Tercera, La Cuarta y La Nación. Excepto este último, todos pertenecen a dos grupos económicos, El Mercurio y el Consorcio Periodístico de Chile (Copesa). Ambos grupos pertenecen a un sector político claramente definido, la derecha conservadora. Así, aunque el duopolio El Mercurio-Copesa compite en el mercado, en verdad suponen un monopolio ideológico.

En tanto referente a regiones, la situación no es muy distinta: La mitad de estos pertenecen al grupo Edwards, que a su vez son los dueños de El Mercurio. Esto es particularmente negativo pues es en regiones donde muchas voces distintas deberían matizar lo que ocurre en nuestro país, en mi opinión.

Asímismo, usted debe saber que los diarios que más venden en Chile son Las Últimas Noticias y La Cuarta. Ahora bien, ¿Sabía usted que entre estos dos diarios sólo se llevan no más de un 10% del avisaje publicitario? Una cifra insólita, tomando en cuenta que son los diarios que más consumimos los chilenos. Esto sucede debido a que el público objetivo de estos dos diarios es del sector medio-bajo de la población, con poco poder adquisitivo por lo que es un mercado poco atractivo para los avisadores.

En realidad, no es que quiera decir que los derechistas sean malos (aunque ganas no me faltan). Quiero que entiendan mi punto; Si todos los diarios fueran de izquierda, esto sería igual de pernicioso. Necesitamos voces disímiles, libertad de opinión, diversidad de pensamiento. Si el señor Claro quiere censurar o echar a gente de su equipo, allá ellos. Pero no tienen porqué ser los dueños de las noticias, ni del modo de darlas.

Los únicos que en este minuto son distintos son, en mayor o menor medida, La Nación, que tiene un 70% de capital por parte del Estado y The Clinic, que prácticamente sobrevive sin avisaje y gracias a su venta por unidad + su store boutique de venta de artículos de vestir. En estos dos diarios se pueden encontrar, más allá de toda suspicacia política, voces diferentes y visiones pluralistas respecto a los demás.

¿Hay alguna solución a esto? Difícil. Periódicos como "Plan B" y "Siete +7" lo intentaron, pero sucumbieron; El primero desapareció por falta de avisaje y el segundo fue absorvido por el pulpo llamado Copesa. No sé a ustedes, pero a mí el panorama me parece francamente aterrador.

Espero haber sido de alguna ayuda. Y recuerde; No todo lo que brilla es oro. Y los giles salen corriendo detrás de él.