
Cada uno es dueño de su propia sexualidad.
¿Por qué entonces la derecha retrógrada, la iglesia cínica y un montón de viejitos arrugados sentados en el Congreso insisten en intentar gobernar por los derechos de todos los demás?
Diariamente vemos que mueren más y más jóvenes por abortos mal hechos, víctimas del Misotrol - una droga recetada para las úlceras gástricas, pero que a falta de Postinor, hace la pega - y de la inexistente educación sexual de nuestra educación.
Son estas niñas - las que mueren abortando, las que matan a sus pobres guaguas inocentes recién nacidas - las que piden justicia, las que sufren las decisiones de esos santurrones de cuello y corbata que sí tienen el dinero para mantener familias enormes (como el señor Kast, o el señor Lavín). La gente pobre que contrasta con los supernumerarios Opus Dei y toda esa casta de gente que no tiene idea de la vida y que pretende darnos clases de moralidad desde las faldas de la cordillera.
Sepan señores curas y derechistas conservadores, que en nuestras poblaciones ocurren hechos como que nuestras pobladoras, pobres y esforzadas, pero desesperadas, llegan a tomar remedios caseros, o meterse palillos para raspar a sus guaguas. O incluso las matan apenas nacieron. Ese es el Chile que construimos con cinismo, desequilibrio social y lo peor de todo, la indiferencia de quienes nos gobiernan.
Es el Chile que tapa el sol con un dedo y cuyos gobernantes parecen más preocupados de sus fundos que de sus votantes. El Chile que crece y que muere, un gran porcentaje en ignorancia y pobreza, porque la riqueza no alcanza para todos. Y porque nadie le enseñó, claro, a andar con condones que regalan en el consultorio, o a calcular su período de fertilidad.
De verdad, ¿Ese es el Chile que construimos en equidad?
(Risas grabadas)